A continuación, desarrollare de una forma breve y sencilla un tema que creo que deben tener claro. Para así poder conocer la forma de atajarlo de manera saludable sin tener que recurrir de por vida a medicamentos no muy saludables.
Una vez más, encantado de poder ayudarles.
Espero que le guste
Un Cordial saludo,
Ignacio Chamorro
Director de Instituto Clark España
Miembro de la Dr. Clark Research Association
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El Colesterol
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A lo largo de la historia de la ciencia, han surgido planteamientos erróneos que ralentizaron el avance de la misma. Ello es más cierto en el caso de la medicina. Nos referimos a la clase de errores que desvían a los investigadores del rumbo correcto y les conduce a un callejón sin salida. Hoy en día, la cardiología se encuentra en un atolladero, incapaz de encontrar solución a la actual epidemia de infartos de miocardio. ¿El culpable de dicha situación?
La teoría del colesterol. ¡Colesterol!, un término cuya sola mención es capaz de infundir pánico a muchos. ¿Es verdaderamente el colesterol una substancia tan peligrosa como afirman los “expertos”? Veamos qué hay de cierto acerca de lo que se afirma sobre el colesterol.
El colesterol es una substancia de importancia vital presente en todas nuestras células. Desempeña numerosas funciones, como precursor de hormonas sexuales y hormonas de la corteza suprarrenal. Es una substancia indispensable para un correcto funcionamiento de la membrana celular, a la que confiere la suficiente rigidez y estabilidad para que los fluidos intracelulares no se dispersen.
Se halla en gran cantidad en el sistema nervioso, recubriendo los nervios y actuando como aislante para garantizar un correcto impulso eléctrico nervioso. Forma parte integrante de la bilis, asimismo las sales biliares (taurocolato, ursodesoxicolato, colato, quenodesoxicolato) se elaboran a partir del mismo. Queda pues demostrado que el colesterol es una substancia de importancia vital. Sin embargo, la cardiología ortodoxa afirma que cantidades excesivas de colesterol pueden arruinar la salud cardiovascular. ¿Qué fundamento hay para sostener semejante postura? Hagamos un repaso histórico.
En el año 1913, un médico ruso llamado Nicolay Anichkow, descubrió que las lesiones arterioescleróticas contenían una cantidad de colesterol mucho mayor que otros tejidos. Realizó un conocido experimento consistente en alimentar a conejos con una dieta muy rica en colesterol, concretamente sesos y yemas de huevo, obviamente mediante alimentación forzada puesto que los conejos no aceptan de buena gana semejantes viandas. Después de unas semanas, al sacrificar a los conejos, descubrió que los que habían sido alimentados con yemas de huevo y sesos, ambos extremadamente ricos en colesterol, desarrollaron importantes depósitos del mismo en la aorta. La conclusión que extrajo fue que la ingesta dietética de colesterol juega un papel decisivo en la génesis de la arterioesclerosis.
No obstante, podemos objetar que no se pueden extraer conclusiones definitivas basándonos en el resultado arrojado por un experimento consistente en aplicar a conejos que son herbívoros (no a seres humanos) una dieta que por naturaleza no les corresponde. Además, que al administrar a un conejo semejantes cantidades de colesterol en forma de sesos y yema de huevo, también lo sometemos a una ingesta excesiva de grasa y proteína. Además dicha dieta no contiene nada de fibra, tan necesaria para el correcto funcionamiento intestinal del conejo, que se caracteriza por poseer un ciego muy largo que obra como cámara de fermentación. Cabe por tanto preguntarse si el resultado hubiese sido el mismo si se hubiese añadido colesterol puro a la dieta habitual del conejo, basada en vegetales de hoja. No olvidemos que el conejo es un animal vegetariano y semejante dieta es completamente antinatural.
Más adelante, el nutricionista Ancel Keys, quien acuñó el término de “dieta mediterránea”, realizó el llamado estudio de los siete países, en el cual trató de demostrar que la incidencia de infarto de miocardio era directamente proporcional a la ingesta dietética de colesterol y grasas saturadas. Sin embargo, como dice el nombre del estudio, solo se tuvieron en cuenta siete países. Si se hubiesen tenido en cuenta poblaciones como los pastores de dromedarios de Somalia, que beben al día varios litros de leche de dromedaria, cuyo contenido graso es muy superior al de la leche de vaca, los Masai de Kenya y Tanzania, cuya alimentación se basa en leche y sangre o los Inuit de Groenlandia, los resultados serían contradictorios puesto que dichos pueblos no padecen infarto de miocardio ni cifras elevadas de colesterol.
Y es que el problema no es tan sencillo como parece. Muchos pueblos que consumen “mucho” colesterol y grasas saturadas como Finlandia o Gran Bretaña padecen una alta incidencia de infartos de miocardio, no por el colesterol y las grasas saturadas, sino debido a otros factores como alimentos procesados, carbohidratos refinados, sedentarismo, dieta pobre en fibra, excesivo consumo de alcohol.
En definitiva, en muchos países la ingesta elevada de colesterol y de infarto de miocardio al mismo tiempo es una mera coincidencia. ¿Entonces cuál es la verdadera causa de las placas de ateroma, las apoplejías e infartos de miocardio? ¿Por qué encontramos una gran cantidad de colesterol depositado en las arterias esclerosadas? Bien, la respuesta es que el colesterol se deposita en determinadas zonas del sistema arterial para consolidar y proteger dichas regiones. Es un mecanismo de defensa, un cemento que sella grietas, heridas y lesiones que se producen en las arterias como consecuencia de factores tóxicos, irritación, carencia de vitaminas y otros nutrientes. Por lo tanto no es la causa sino la consecuencia de la enfermedad arterial. Aunque si se acumula demasiado se producen problemas.
Expuesto todo esto, podemos establecer una serie de principios básicos:
- La ingesta dietética de colesterol no influye apenas en los niveles plasmáticos del mismo, puesto que a mayor cantidad de colesterol consumamos menos sintetizará nuestro organismo.
- Los factores causantes del infarto de miocardio son el sedentarismo, tabaco, alcohol, parásitos, bacterias, carbohidratos refinados, azúcar, exceso de proteínas, tóxicos que irritan la pared arterial, mutágenos y carencias de nutrientes.
- El colesterol no es la causa sino la consecuencia de la degeneración vascular, es un cemento biológico que sella heridas, grietas y fisuras que se producen en las arterias como consecuencia de los factores arriba mencionados.
- No podemos negar que niveles extremadamente altos de colesterol contribuyen a la génesis del infarto de miocardio, pero cuando hablamos de niveles extremadamente altos nos referimos a cifras por encima de 300 mg/dl. Estos niveles se dan en personas con hipercolesterolemia familiar. Muchas veces pueden alcanzar hasta los 500 mg/dl. En esos casos sí que puede estar justificado hacer descender los niveles de colesterol.
Cuando la cantidad de colesterol es tan elevada se producen xantomas y aparece el llamado arco senil a una edad muy temprana. Sólo en estos casos podemos hablar realmente de un exceso de colesterol.
Hasta hace unas décadas se consideraba que una cifra de colesterol sobre los 250 mg/dl era perfectamente normal y que empezaba a ser preocupante por encima de los 300 mg/dl. Hoy día se nos advierte que la cifra no debe sobrepasar los 220 mg/dl. El motivo de tales cambios es el interés de las empresas farmacológicas para que la mayoría de las personas consuman medicamentos hipocolesterolemiantes.
¿Qué ha sido de aquel dicho que afirmaba que lo deseable era tener 200 más tu edad?
Por lo tanto vemos que no tiene ningún sentido tratar de hacer descender el colesterol cuando no se encuentra por encima de los 300 mg/dl. o al menos por encima de los 280 mg/dl y menos aún si lo hacemos guiados por la creencia de que así evitaremos el infarto de miocardio.
El colmo del asunto es tratar de hacer descender unos niveles de colesterol, que no son ni mucho menos elevados, mediante fármacos tan temibles como las estatinas. Sus efectos secundarios más frecuentes son:
- Fatiga
- Insomnio
- Mialgias (dolor muscular)
- Dolor articular
- Estreñimiento
- Flatulencia
- Dispepsia (Digestiones pesadas)
- Náuseas
- Diarrea
- Dolor de cabeza
- Mareo
- Picor cutáneo
Asimismo es un hecho bien contrastado el que las estatinas son capaces de producir pérdida de memoria, así como otros daños cerebrales y lesión hepática. Lo más sorprendente es que los medicamentos hipocolesterolemiantes si bien pueden evitar en cierta medida la incidencia de infarto en un pequeño porcentaje, no aumentan la esperanza de vida puesto que la persona muere de otras enfermedades diferentes al infarto, como el cáncer.
De todos modos a pesar de lo expuesto, quien desee hacer descender sus niveles de colesterol, aunque insistimos que menos de 280 o 300 mg/dl no es preocupante, puede hacerlo de MANERA MUY EFICAZ E INÓCUA mediante el uso inteligente de ciertos nutrientes. Y ya que hablamos de nutrición quisiera mencionar la ineficacia y peligros de las dietas sin grasa. En un principio se descubrió que las grasas saturadas, especialmente el ácido palmítico y el mirístico, estimulaban poderosamente la síntesis de colesterol.
Sin embargo ello no debe ser motivo para prescindir de toda clase de grasas. De hecho las grasas pueden ayudar a facilitar la eliminación del colesterol puesto que estimulan a la vesícula biliar a contraerse y expulsar bilis, la cual a su vez contiene gran cantidad de colesterol que será eliminado con las heces en caso de no existir problemas de tránsito. Las dietas bajas en grasa dificultan la evacuación puesto que no estimulan suficientemente a la vesícula biliar para contraerse y verter la bilis al intestino. La bilis al llegar al intestino estimula los movimientos peristálticos merced a su contenido en sales biliares.
Las dietas bajas en grasa dificultan la absorción de factores liposolubles como las vitaminas K,A,D y E, aparte de ser pobres en las mismas.
Asimismo las dietas pobres en grasa tienden a ser muy altas en carbohidratos. Debemos tener en cuenta que los carbohidratos al entrar en el torrente sanguíneo estimulan la secreción de insulina. Esta hormona a su vez estimula la síntesis de colesterol. Esto resulta especialmente cierto en el caso de los carbohidratos refinados como el azúcar, harinas, bollos, pasta…
Muchas personas sometidas a un régimen sin apenas grasas, compensan muchas de las prohibiciones dietéticas consumiendo dulces y caramelos. Sin embargo, aún sin contener grasas, estimula la síntesis de colesterol. Las grasas podrían compensar esto puesto que cuando un carbohidrato se consume con grasa esta última ralentiza la absorción de éste y por tanto se produce una elevación de la glucemia menor que si el carbohidrato se hubiese tomado solo.
Al producirse menor elevación de la glucemia, se segrega menos insulina y por lo tanto la síntesis de colesterol no es fuertemente estimulada. Debido a este fenómeno, las dietas bajas en grasas y altas en carbohidratos, especialmente azúcar, no sólo no bajan el colesterol sino que paradójicamente lo suelen elevar.
Ahora pasemos a describir el método que recomendamos para hacer descender los niveles de colesterol, para de esta manera cerrarle la boca a aquellos que insisten en que tomemos estatinas.
Este método no se basa en inhibir ninguna enzima sino en estimular y potenciar los mecanismos corporales de excreción del colesterol.
El colesterol se elimina por el hígado, a través de la bilis. Para eliminarlo el colesterol es transformado en sales biliares y otros productos como el ácido taurocólico. Muchos de estos componentes son derivados del aminoácido taurina. Asimismo la vitamina C estimula la formación de estos compuestos así que ya tenemos la solución: taurina y vitamina C. Esta combinación es un poderoso hipocolesterolemiante. Sin embargo no acaban ahí sus virtudes puesto que ambos nutrientes favorecen la desintoxicación hepática de numerosos tóxicos, incluidos los metales pesados y obran como poderosos antioxidantes. Es así de esta manera tan sencilla, estudiando las rutas metabólicas del organismo es como hacemos descender el colesterol.
Pero no basta con estimular la formación de bilis, también es necesario que esta sea eliminada con las heces. Una persona estreñida siempre reabsorbe gran cantidad del colesterol excretado, por lo que es importante lograr 3 evacuaciones diarias. Una alimentación basada en una gran cantidad de verduras (al menos dos o tres kilos diarios) y algo de fruta, así como suplementos de fibra soluble (semillas de lino, psillium, pectina, agar-agar, goma guar) serán una ayuda inestimable. Es recomendable tomar unos sesenta gramos de fibra soluble al día repartidos con las comidas.
La dosis de vitamina C y taurina serán de tres gramos de la primera con desayuno, comida y cena y dos de la segunda antes de desayunar, comer y cenar. (Deberá ingerirse media hora antes con el estómago vacío).
No podíamos dejar de mencionar la niacina, otro nutriente muy efectivo a la hora de hacer descender no sólo el colesterol sino también los triglicéridos.
La dosis eficaz es de al menos 1 gramo antes de cada comida.
La niacina puede producir enrojecimiento cutáneo, acaloramiento y algo de picor, lo cual no sólo es inocuo, sino que resulta beneficioso puesto que significa que se ha incrementado el calibre de las arterias (vasodilatación). Este proceso se denomina ruborización.
La niacina está contraindicada en glaucoma y hemorragias digestivas y de otros órganos internos.
Llegados a este punto, vemos que la preocupación por el colesterol no tiene ningún fundamento sólido. Se trata ni más de menos que de un castillo de naipes que se desmorona ante el más leve soplo de sentido común. Esperamos que los anteriores párrafos le hayan ayudado a comprender este fenómeno y de esta manera contemplemos al colesterol no como un asesino sino como lo que es y ha sido siempre: una molécula indispensable para la vida.
Articulo escrito por Ignacio Chamorro, Miembro de la Dr Clark Research Association
En estos artículos no recibirá consejos médicos, pero sí pautas basadas en la naturopatía, la nutrición orto-molecular y las investigaciones de la Dra. Clark. Los consejos dados no implican necesariamente que la medicina oficial esté de acuerdo con ellos.
Para cualquier consejo médico acuda a su médico!