Dolores articulares y musculares (2ª parte)


 

imagen-jefeEstimado Amigo:

Esta semana continuamos con la segunda parte del artículo sobre Dolores Articulares y Musculares, que comenzamos la semana pasada.

Espero que le guste

Un Cordial saludo,

Ignacio Chamorro

Director de Instituto Clark España

Miembro de la Dr. Clark Research Association


 

I. TOXEMIA:

Las enfermedades articulares son el ejemplo típico de trastorno por autointoxicación.

De entre los tóxicos implicados en la génesis de las afecciones articulares cabe destacar dos en especial:

  • Cuerpos cristalinos, especialmente los de carácter ácido.
  • Tóxicos de origen digestivo, debido a hiperpermeabilidad intestinal y disbacteriosis.
CUERPOS CRISTALINOS

De entre los cuerpos cristalinos, los más destacados son el ácido úrico y sus sales así como los diferentes fosfatos.

Actualmente la reumatología solo presta atención al ácido úrico ante un cuadro de gota, no obstante, el ácido úrico se halla implicado en todo dolor del sistema locomotor que no se deba a un traumatismo.

Si bien el naturismo lleva sosteniendo desde hace más de un siglo que un exceso de ácido úrico es capaz de producir hipertensión, fallo renal, cardiopatía, arterioesclerosis, obesidad, trastornos nerviosos, eccema, asma, dolor, etc. Sólo recientemente la investigación oficial ha corroborado tales afirmaciones.

Muchos pacientes se extrañan cuando les digo que sus niveles de ácido úrico son elevados, alegando que la analítica no muestra ningún valor fuera de lo normal. El motivo por el que el exceso de ácido úrico haya pasado desapercibido durante tanto tiempo, se debe en gran medida a la forma en que se determina su presencia en sangre.

En primer lugar, los niveles adecuados de ácido úrico son entre 2 y 4 mg. por 100 ml., no entre 2 y 7 mg. Vemos entonces que muchas personas que presentan valores entre 5 y 7 mg. son en realidad hiperuricémicos.

Además, dos personas con el mismo valor de uricemia en ayunas pueden presentar una respuesta totalmente diferente ante una comida alta en purinas.

Una de ellas apenas presentará una elevación sanguínea de ácido úrico tras la comida y esta elevación en pocas horas descenderá hasta valores normales, de manera que si representásemos dicho fenómeno en una gráfica obtendríamos una curva casi plana, mientras que la otra persona experimentará una importante elevación de los niveles plasmáticos de ácido úrico y dicha elevación se mantendrá por varias horas, dibujando una curva en forma de meseta. Si esta última persona incluye carne, pescado o legumbres secas en la comida del mediodía y la cena, lo cual es muy habitual, tendremos que la mayor parte del día será hiperuricémica.

Se trata de una hiperuricemia postprandial, pero hiperuricemia al fin y al cabo.

Además, no debemos olvidar que los niveles de una substancia en plasma no tienen por qué guardar una relación directamente proporcional con los niveles de esa misma substancia en los tejidos, más bien sucede lo contrario. Los tejidos, especialmente el tejido conectivo o colágeno, pueden actuar como “basurero” retirando tóxicos del torrente circulatorio de manera que no alcancen niveles peligrosos, custodiando dichos tóxicos hasta que puedan ser eliminados, por lo que puede haber una uricemia normal y al mismo tiempo tejidos saturados de ácido úrico.

El ácido úrico disminuye el pH de los tejidos donde se acumula en exceso, es decir, acidifica, y de esta manera alterando el pH dificulta numerosos procesos enzimáticos vitales. Asimismo, un exceso de acidez desnaturaliza numerosas proteínas, coagulándolas. Las proteínas del protoplasma se hallan en estado coloidal, si hacemos descender el pH por debajo de valores fisiológicos, estas proteínas empiezan a coagular y no desempeñarán correctamente sus funciones.

Comparemos la clara de huevo cruda con la clara de huevo cocida. La primera es fluida y la segunda no, ¿por qué?, porque la segunda ha coagulado. Lo mismo pasa con la leche, que en contacto con un ácido cuaja y deja de ser líquida. Si el protoplasma de los cartílagos y las células musculares pierde fluidez tendremos como resultado el agarrotamiento y lento despertar muscular tan típico de los reumáticos.

Par que el ácido úrico no cause estragos en el organismo, debe hallarse en disolución. Cuando sus niveles aumentan, cristaliza, adoptando formas puntiagudas y afiladas, que laceran los tejidos donde se encuentren inflamándolo y produciendo gran dolor.

El motivo por el cual los artríticos ven recrudecer sus achaques con el frío y la humedad, se debe a que estos agentes físicos favorecen la cristalización del ácido úrico, aunque el frío y la humedad son factores detonantes, no determinantes. Solo afectan a personas cuyos tejidos se hallan fuertemente saturados de ácidos. Cuando la temperatura baja, los ácidos pasan de estado soluble a cristalino y al cristalizar sus aristas se clavan en los tejidos y producen un dolor insoportable.

Es por ello que someter a una articulación saturada de ácidos al frío, bien sea por mojaduras, sentarse en banco de piedra, abrigarse poco… es favorecer la cristalización del ácido úrico y sus sales, con sus dolorosas consecuencias.

Los climas húmedos son peores porque el aire húmedo conduce más fácilmente el calor que el aire seco. Cuando nos enfriamos es porque el medio que nos rodea extrae calor de nuestro cuerpo. Si nos hallamos rodeados de un medio que conduzca el calor con relativa facilidad, como el metal, nos enfriamos rápido. El agua conduce el calor con más eficacia que el aire. Por ejemplo, el agua a 15 grados produce la misma sensación térmica que el aire a 0 grados.

El aire húmedo produce tanto mayor sensación de calor como el frío. Es por eso que en las costas frías se siente como el frío cala hasta los huesos con tan solo 7 grados mientras que un aire seco a -5 no es tan molesto. De la misma manera, en la sauna se puede aguantar hasta 70 grados por tratarse de aire seco, si fuera vapor sentiríamos quemadura a partir de los 44 grados.

Asimismo, durante el verano, al sudar mucho nos deshidratamos y la deshidratación favorece la cristalización de ácidos. Es por eso que los perros, gatos y demás carnívoros no sudan puesto que así evitan deshidrataciones que darían lugar a la cristalización de todos los uratos derivados de su alta ingesta purínica.

Los diferentes tipos de fosfato derivados de la ingesta de bebida gaseosas, alimentos proteicos y semillas en general, también ejercen un efecto perjudicial en las articulaciones, dando lugar a lo que conocemos como “calcificaciones”.

HIPERPERMEABILIDAD INTESTINAL Y DISBACTERIOSIS

Podemos decir sin temor a equivocarnos que un sinfín de enfermedades tienen como causa subyacente la disbacteriosis, así como un exceso de permeabilidad intestinal. Un intestino demasiado permeable deja pasar a la circulación macromoléculas como restos de proteína sin digerir, péptidos bacterianos y bacterias. Este flujo constante de substancias extrañas al organismo acaba por sobrecargar la función hepática y da origen a depósitos tóxicos en los tejidos. Si ese tejido es un cartílago articular, con el tiempo tendremos una artritis.

II. CARENCIAS NUTRICIONALES

En cuanto a las carencias, diremos que lo ideal sería que un terapeuta cualificado evaluara individualmente el estado nutricional de la persona. A pesar de ello, en los casos de afecciones articulares encontramos siempre como denominador común la carencia de los siguientes nutrientes:

  • Vitamina C
  • Magnesio
  • Silicio
  • Diversas vitaminas del grupo B
  • Ácidos grasos omega 3 de cadena larga
VITAMINA C

Los cartílagos están compuestos principalmente de colágeno, y la vitamina C es indispensable para la correcta síntesis del mismo pues es cofactor de la enzima que cataliza la hidroxilación de la prolina y la lisina, confiriendo al colágeno su característica estructura en triple hélice. Sin un aporte adecuado de vitamina C, el colágeno se puede seguir formando pero el resultado es una molécula incapaz de otorgar resistencia a los tejidos. Esto se observa fácilmente en las encías de aquellas personas que sangran al cepillarse los dientes. En este caso, el colágeno de los capilares es endeble y estos se rompen al mínimo roce. Uno de los síntomas del escorbuto es el dolor articular y las hemorragias generalizadas por todo el cuerpo debido a que al no sintetizarse adecuadamente el colágeno, los cartílagos se debilitan e inflaman y las arterias se rompen dando lugar a hematomas generalizados.

Desde los años cincuenta los corticoides han sido utilizados con profusión en los casos de inflamación articular. Pues bien, si administramos la dosis adecuada de vitamina C, estimulamos a las glándulas suprarrenales a que produzcan sus propios corticoides. No olvidemos que muchas veces la inflamación se dispara como consecuencia de una fatiga suprarrenal, siendo uno de los efectos más notorios de este fenómeno la disminución de los niveles de corticoides, que son los antiinflamatorios naturales del organismo. Es sumamente revelador el hecho de que los órganos con mayor concentración de vitamina C sean las glándulas suprarrenales. De hecho, los pueblos del ártico no consumen ningún vegetal pero no sucumben ante el escorbuto gracias a que consumen crudas las glándulas suprarrenales de sus presas.

MAGNESIO

El magnesio es un mineral que actúa como cofactor de más de trescientas enzimas, lo cual significa que sin unos niveles adecuados del mismo, más de trescientas reacciones químicas no se verificarán adecuadamente. En concreto, el magnesio es indispensable para la síntesis de todas las proteínas corporales.

El magnesio también obra como relajante y alivia los dolores. Otra ventaja es que favorece la evacuación por lo que contribuye a evitar el estreñimiento, tan perjudicial en todos los sentidos. Debido a que el magnesio no se halla distribuido uniformemente en la corteza terrestre y muchos suelos antaño ricos en este elemento, han sido esquilmados por una agricultura intensiva.

VITAMINAS DEL GRUPO B

Toda enzima en nuestro organismo requiere como cofactor alguna vitamina del grupo B, no hay proceso que pueda verificarse sin el concurso de alguna de las mismas. La vitamina B5 es de vital importancia para un correcto funcionamiento de las suprarrenales, de hecho al igual que con la vitamina C estos órganos son los que presentan mayor concentración de dicho nutriente.

Dietas carenciales experimentales de ácido pantoténico conducen a una insuficiencia suprarrenal (mismos síntomas que la enfermedad de Addison) en tan solo dos semanas. Una dosis adecuada de ácido pantoténico muy por encima de la CDR, puede substituir a la corticoterapia sin presentar los peligrosos efectos secundarios de la misma.

La vitamina B6 también se ha revelado de gran eficacia en el tratamiento de la artrosis. Es una norma básica el que siempre hay que administrar todas las vitaminas del grupo B a la vez y nunca una sola de manera aislada por mucho tiempo, puesto que daría lugar a desequilibrios y aumentaría las necesidades del resto de vitaminas del grupo.

ÁCIDOS GRASOS OMEGA 3 DE CADENA LARGA

De estos nutrientes hablaremos más extensamente en el apartado siguiente, no obstante, debemos mencionar que en toda patología inflamatoria crónica suele haber un déficit de estos ácidos grasos en las membranas celulares, lo cual tampoco es de extrañar dado que la mayoría de los alimentos cotidianos no los contienen y aquellos que los contienen en abundancia como las sardinas y caballa, se consumen fritos con lo que pierden su actividad biológica debido a las altas temperaturas alcanzadas durante la preparación.

En el próximo artículo continuaré con este apasionante tema de los dolores articulares y musculares.

Un abrazo,

Articulo escrito por Ignacio Chamorro, Miembro de la Dr Clark Research Association

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En estos artículos no recibirá consejos médicos, pero sí pautas basadas en la naturopatía, la nutrición orto-molecular y las investigaciones de la Dra. Clark. Los consejos dados no implican necesariamente que la medicina oficial esté de acuerdo con ellos.

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